Hacia el principio del universo y el sentido de nuestra vida.
Esta tarde me fui a la playa con un objetivo, descubrir el misterio de la vida. Por supuesto no iba a descubrir nada, pero encontraría alguna explicación del mundo que diese sentido a mi vida. Un verdadero pilar en la que pueda apoyarla enteramente.
Después de meditarlo bastante tiempo, pensé en el Big Bang. Un punto en la nada donde se encontraba toda la materia, donde todos nosotros nos encontrábamos, en un solo punto, en el no tiempo (cuando aun no existía el tiempo) y en el no espacio (cuando aun no había sido creado). Y de repente ¡¡Bang!!, toda la materia se dispersa. Empezó a formarse el universo como lo conocemos. Primero los átomos, después las moléculas, las estrellas, los planetas…Empezó todo a desarrollarse en una perfecta armonía. Tras la explosión de una estrella, apareció la nuestra, después la Tierra y después la vida. La vida comenzó como un organismo unicelular a partir de lo que, a priori, nos parece inherte, que sin embargo ya requería una enorme complejidad. A partir de ahí toda una lucha por la supervivencia. Esbozos y más esbozos para llegar a especies definidas. Millones de años de evolución y llegamos al ser pensante. Y aquí nos encontramos, ¿por qué? Tras llegar a lo que podríamos llegar perfección, la cima, la 2ª ley de la termodinámica nos dice que todo conduce al caos (de hecho, así es desde el inicio del universo). Qué papel jugamos?
Siempre pensé que el objetivo del hombre es actuar plenamente como su propia alma, como alma individual. Cuando pensé un poco como funciona un ser, me di cuenta que era un orden adecuado de moléculas que creaban nuestro pensamiento. Por lo tanto, es algo iluso pensar que tenemos alma individual. Debe haber algún principio de todo este orden que en su origen fue… Entonces se me ocurrió. Es correcto desear acercarse al alma, pero el problema es ¿qué alma? Alma solo debe haber una, en este universo, para establecer el orden Nosotros formamos parte de una misma alma, todas las cosas forman parte de una misma, porque, en el origen de todo, sólo éramos uno. La perfección que se mostró en su inicio (un punto) o la posterior (el orden universal: orbitas, planetas, vida, etc.) es otra modo que tiene de presentarse esa misma alma (la nuestra) debido a influencias externas, el caos. Así que la posibilidad que tienen el ser humano es estar en armonía con esa alma, es reencontrarse con esa alma del que siempre formó parte. Las leyes físicas de la gravedad también funcionan con la vida. La fuerza que hace que los individuos se vuelvan a unir, que vuelvan a formar parte de esa alma, es el amor. Dos fragmentos independientes pasan a ser interdependientes. La perfección del inicio es orden, así que nuestro deber es proyectar esa perfección con el orden propio. El deber es pues contemplar y reintegrarse al alma que fuimos, admirándola, amándola, queriéndonos. Con lo que hemos de tener cuidado es con la entropía, la fuerza que nos conduce al caos. El individuo tiene una tendencia a autodestruirse como componente de esa alma. Yo creo que ahora vivimos una época muy entrópica y los medios y otros (comentado en el artículo de la alienación) sólo hacen que potenciarla. Creo que lo razonable sería abandonar las partes que no desean formar parte del alma que fueron (si esto fuese posible), que destruyen la armonía universal que caracterizaba al alma única. Sin quererlo, llego a la conclusión que la muerte no existe. Mi cuerpo siempre será eterno, aunque no del modo que lo conocemos. Porque todo, como universo entero, es un solo alma, un solo ser y mis átomos, mis componentes siempre vivirán en él.
Brújulo
Después de meditarlo bastante tiempo, pensé en el Big Bang. Un punto en la nada donde se encontraba toda la materia, donde todos nosotros nos encontrábamos, en un solo punto, en el no tiempo (cuando aun no existía el tiempo) y en el no espacio (cuando aun no había sido creado). Y de repente ¡¡Bang!!, toda la materia se dispersa. Empezó a formarse el universo como lo conocemos. Primero los átomos, después las moléculas, las estrellas, los planetas…Empezó todo a desarrollarse en una perfecta armonía. Tras la explosión de una estrella, apareció la nuestra, después la Tierra y después la vida. La vida comenzó como un organismo unicelular a partir de lo que, a priori, nos parece inherte, que sin embargo ya requería una enorme complejidad. A partir de ahí toda una lucha por la supervivencia. Esbozos y más esbozos para llegar a especies definidas. Millones de años de evolución y llegamos al ser pensante. Y aquí nos encontramos, ¿por qué? Tras llegar a lo que podríamos llegar perfección, la cima, la 2ª ley de la termodinámica nos dice que todo conduce al caos (de hecho, así es desde el inicio del universo). Qué papel jugamos?
Siempre pensé que el objetivo del hombre es actuar plenamente como su propia alma, como alma individual. Cuando pensé un poco como funciona un ser, me di cuenta que era un orden adecuado de moléculas que creaban nuestro pensamiento. Por lo tanto, es algo iluso pensar que tenemos alma individual. Debe haber algún principio de todo este orden que en su origen fue… Entonces se me ocurrió. Es correcto desear acercarse al alma, pero el problema es ¿qué alma? Alma solo debe haber una, en este universo, para establecer el orden Nosotros formamos parte de una misma alma, todas las cosas forman parte de una misma, porque, en el origen de todo, sólo éramos uno. La perfección que se mostró en su inicio (un punto) o la posterior (el orden universal: orbitas, planetas, vida, etc.) es otra modo que tiene de presentarse esa misma alma (la nuestra) debido a influencias externas, el caos. Así que la posibilidad que tienen el ser humano es estar en armonía con esa alma, es reencontrarse con esa alma del que siempre formó parte. Las leyes físicas de la gravedad también funcionan con la vida. La fuerza que hace que los individuos se vuelvan a unir, que vuelvan a formar parte de esa alma, es el amor. Dos fragmentos independientes pasan a ser interdependientes. La perfección del inicio es orden, así que nuestro deber es proyectar esa perfección con el orden propio. El deber es pues contemplar y reintegrarse al alma que fuimos, admirándola, amándola, queriéndonos. Con lo que hemos de tener cuidado es con la entropía, la fuerza que nos conduce al caos. El individuo tiene una tendencia a autodestruirse como componente de esa alma. Yo creo que ahora vivimos una época muy entrópica y los medios y otros (comentado en el artículo de la alienación) sólo hacen que potenciarla. Creo que lo razonable sería abandonar las partes que no desean formar parte del alma que fueron (si esto fuese posible), que destruyen la armonía universal que caracterizaba al alma única. Sin quererlo, llego a la conclusión que la muerte no existe. Mi cuerpo siempre será eterno, aunque no del modo que lo conocemos. Porque todo, como universo entero, es un solo alma, un solo ser y mis átomos, mis componentes siempre vivirán en él.
Brújulo
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on 24 mayo, 2005 at 4:19 p. m..
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