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De cómo se ama la vida cuando menos se tiene

Esta tarde, en una de mis salidas habituales, fui al teatro. Por supuesto no al Teatro Nacional, sino a un centro cívico (Drassanes, en el Raval de Barcelona) donde hicieron un espectáculo de marionetas muy bonito y divertido. Pero en esta ocasión no voy a hablar del espectáculo sino de unas personas que conocí.
Resulta que a mi lado se había sentado una pareja de mediana edad y yo les pregunté de cómo se habían enterado de la actuación (y así poder enriquecer mis fuentes de información), de ahí surgió una conversación de más de una hora que me ha marcado profundamente.
Me dieron a entender que antes eran una personas con un buen sueldo, en una buena posición (me comentaron que se movían por el mundo de la publicidad) pero que pasó algo. Debido a algún problema, pasaron de estar en una buena situación económica a que se quedasen casi sin nada. Dejaron el piso donde vivían y les concedieron una paga de muy poco dinero. Alquilaron una habitación para los dos en el Raval (barrio marginal de BCN) y no tenían para mucho más. Así que, con tal de superar esa situación, se refugiaron en la cultura. No tenían dinero, pero conocieron todos los sitios a donde podían ir sin necesidad de él. Empezaron a descubrir sitios y cosas. Y aun viviendo en una situación precaria, fueron capaces de ir cada día al cine, a conciertos, a conferencias, a teatro....Descubrieron una red cultural que se ocultaba al “gran espectáculo” que se nos vende habitualmente. No tenían mucho, pero disfrutaban con lo que tenían y aprovechaban al máximo la mayoría de sus recursos, vivían el momento. No tenían video ni tele, así que iban a la universidad y veían películas en unas cabinas, los dos en una (aunque ahora las han cerrado). Me dijeron gran cantidad de lugares a donde se puede ir, aprender y disfrutar sin hacer gasto económico. Para economizar, la ida la hacían en transporte público y la vuelta andando. El máximo gasto que me comentaron es la compra de unos bonos de 50 entradas para la Filmoteca, que les salía a un 1€ cada una….
Es curiosa la moraleja que podemos obtener de esta historia real. Solo cuando fueron justos (y mucho) de dinero empezaron a sentir interés por la cultura y a disfrutar de la vida (diría yo). Solo cuando empezaron a abandonar el mundo de lo material. Tuve la sensación de que cuando peor les fueron las cosas, más aprendieron y más felices fueron. Y es que yo, la gente más culta y sabia que he conocido no se encontraban en una buena posición económica precisamente. Los más ricos son muchas veces los más pobres. Y es que el dinero no da realmente la felicidad…

Brújulo
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