<body><script type="text/javascript"> function setAttributeOnload(object, attribute, val) { if(window.addEventListener) { window.addEventListener('load', function(){ object[attribute] = val; }, false); } else { window.attachEvent('onload', function(){ object[attribute] = val; }); } } </script> <div id="navbar-iframe-container"></div> <script type="text/javascript" src="https://apis.google.com/js/platform.js"></script> <script type="text/javascript"> gapi.load("gapi.iframes:gapi.iframes.style.bubble", function() { if (gapi.iframes && gapi.iframes.getContext) { gapi.iframes.getContext().openChild({ url: 'https://www.blogger.com/navbar.g?targetBlogID\x3d13165197\x26blogName\x3dDel+amigo+del+viento...\x26publishMode\x3dPUBLISH_MODE_BLOGSPOT\x26navbarType\x3dTAN\x26layoutType\x3dCLASSIC\x26searchRoot\x3dhttps://noetse.blogspot.com/search\x26blogLocale\x3des_ES\x26v\x3d2\x26homepageUrl\x3dhttp://noetse.blogspot.com/\x26vt\x3d5146269423728373007', where: document.getElementById("navbar-iframe-container"), id: "navbar-iframe" }); } }); </script>

[Relatos]Día sin noche: Capítulo 2

La mañana del 1 de Enero del año 3000 era la mañana del día 1 de mi primer año. Cuando mi mente comenzó a tomar conciencia de la realidad tras las horas de sueño pertinentes, las palabras de la noche anterior aun se encontraban escritas en el borrador de mi memoria temporal. Voy a salir del edificio. Ocupé una media hora eligiendo las cosas que debía llevarme. Realmente era poco lo necesario, casi todo podía ser adquirido en cualquier parte del Edificio. Los artículos de lujos son los únicos que tienen un coste económico, el resto es subvencionado por el estado, ya que el gasto de las factorías robóticas es insignificante.  Terminé escogiendo una libreta electrónica y mi robot sirviente, llamado Ka.

Cuando salía del habitáculo familiar, pude ver a mi madre en el módulo de realidad virtual y mi padre en una sala de sexo con alguna amiga de mi madre. Les avisé mediante el sistema distribuidor de voz de mi partida, no pareció importarles mucho. Quizás después, cuando se aburriesen, calcularían las consecuencias sociales que tiene haber dejado marchar a un hijo, pero eso sería más tarde.

Ka y yo nos encontrábamos en el pasillo. Era difícil encontrar el final de éste con la vista porque los edificios son bastante largos.  Se calcula que en un solo pasillo hay  unos 3000 habitáculos familiares, de los cuales sólo podemos ver sus puertas con  el identificador genético protegiendo la entrada de accesos no deseados. Son anchos, de unos  veinte metros. A pesar de poseer amplias dimensiones, suficientes como para que la población de un edificio pueda estar en uno de ellos sin siquiera rozarse, se encontraba prácticamente vacío, a excepción de algunas patrullas de vigilancia y alguna que otra persona.

Precisamente con uno de estos ciudadanos desperdigados en mitad del pasillo comencé mi viaje.  El primero de ellos era un hombre de aspecto mayor, de los que habrían iniciado el tratamiento de inmortalidad a una edad madura

-Perdone, ¿podría ayudarme? Estoy intentando encontrar la puerta

-¿La puerta? Este pasillo está repleto de puertas

-No, me refiero a la salida del Edificio

El hombre miró a su alrededor, cerciorándose de que no hubiese nadie que pudiese escucharnos, y a continuación susurró a mi oído.

-Chico, no sé donde se encuentra esa maldita puerta. Yo que tú abandonaría esa búsqueda de inmediato, puede costarte tu vida inmortal, tanto si sales como si no lo consigues.

Y a continuación se alejó a toda prisa para después desaparecer en uno de los habitáculos familiares.

El robot sirviente y yo nos quedamos parados en mitad de aquella nada. Yo sin saber que hacer y él sin orden que cumplir. Pensé que éste podría tratarse de un caso aislado,  así que pregunte a una muchacha más joven que encontré por allí. Pero los resultados no fueron mucho mejores. Sin poder acabar, ésta salió huyendo con una cara de terror indescriptible.

La situación no era buena, me encontraba entre una multitud desinformada y temerosa de la que no podría obtener dato alguno. A pesar del riesgo, debía acudir a fuentes de las que pudiera tener alguna certeza de que supiesen algo al respecto.

Me dirigí a la oficina de seguridad del pasillo, dónde encontré un robot policía secretario.

-Muy buenos días, ¿desea hacer una denuncia o suicidarse? Le recuerdo que las cámaras de suicidio de esta oficina ofrecen un placer final muy superior al que las cámaras de habitáculo pueden producir.

-Ehh… No, gracias. Deseo hablar con el inspector humano.

-De acuerdo, recuerde que si no es un caso importante puede suponerle una denuncia molestar al inspector humano. ¿Realmente está seguro de lo que va hacer?

-Sí –pronuncié con voz alta y clara para que el dispositivo de reconocimiento de voz del robot no pudiese equivocarse.

-Su petición se está procesando. Esperare un minuto y veinte segundo.

Veinte segundos…

-Buenas tardes -dijo el inspector desde su sillón, en una habitación contigua a la que me encontraba interconectada con una puerta cuántica de última tecnología- Por favor, pase.

Me senté en un cómodo sillón ante él a la vez que la puerta volvía a aparecer para aislarnos del exterior. Veinte robots militares me apuntaban directamente con campos magnéticos que desestabilizarían las conexiones moleculares de mi cuerpo al menor indicio de amenaza.

-Dígame, que desea.

-Verá…Ehh. No estoy seguro de haber hecho bien en acudir a usted pero me temo que es la persona más cercana que puede ayudarme – Mi voz temblorosa no mejoraba con la mirada feroz que el inspector iba adquiriendo- Verá, quiero salir. Quiero encontrar la puerta y salir.

-Salir...

-Sí, abandonar el Edificio. En la telescuela me enseñaron que éramos libres y que si lo deseábamos podríamos hacerlo cuando quisiéramos.

-Me temo que no resultará tan sencillo

-¿Por qué motivo?

-Abandone la idea, amigo. En el edificio su seguridad no peligra y si desea morir tiene una cámara cada quince metros. El exterior es desagradable. Aquí usted puede tener el placer que desee mediante los módulos de realidad virtual o las tradicionales cámaras de sexo.

-Ya sé, ya sé…Pero tengo curiosidad, quiero ver el verdadero mundo.

-¿No le da miedo? –Preguntó el inspector con expresión de extrañeza

-Aquí todo el mundo parece tener miedo de ello, pero yo no.

-¿Es usted químicoinmortal?

-Sí, ¿importa eso?

-No, por curiosidad… -A continuación apuntó algo en la pantalla táctil- Mire, le haremos un tratamiento y si después aun continúa queriendo salir,  le ayudaremos a este fin.

-Tratamiento, ¿para qué?

-Un mero trámite…


Brújulo

kt ktrelatos
« Home | Next »
| Next »
| Next »
| Next »
| Next »
| Next »
| Next »
| Next »
| Next »
| Next »

9/29/2005 11:48 p. m.

Excelente relato. Sólo he tenido tiempo de leer el primero, serguiré con atención los anteriores y los siguientes por supuesto. Si no te importa te agregaré en mi blog.
Saludos desde Chile.
..y continúa, por cierto!!    



| » Publicar un comentario
  


Licencia de Creative Commons
El contenido de este blog está bajo una licencia de Creative Commons.

 

 Bitacoras.com