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El hombre vuelve a las cavernas

28 agosto, 2005

            Puedo imaginar a aquellos viejos griegos mirando los cielos e intentando descubrir qué eran las estrellas, sosteniendo un puñado de arena e imaginando que era aquella pieza elemental que lo componía todo. Puedo imaginármelos observando el Sol y comparándolo con el resto del cielo. Puedo imaginármelos discutiendo si aquellos análisis matemáticos confirmaban la esfericidad de la Tierra, comentando unos con otras (de forma disimulada) si la teoría heliocéntrica podría ser válida. Algún que otro joven inquieto si se podría salir del planeta, otro si el ser humano podría no haber sido siempre así.

            Puedo imaginármelos intentando dar una visión global a su existencia, intentando entender si había partículas elementales, si su planeta sería único, cómo era éste, como era lo que quedaba fuera de éste, si lo podríamos abandonar alguna vez, preguntándose por qué el Sol aparecía por las noches dejando lugar, en muchas ocasiones, a la Luna, y que por qué el Sol iluminaba. Otros averiguando si el alma existía, pero, en caso contrario, ¿cómo podría explicarse el ser humano? Algunos, más atrevidos, si la existencia de dioses era necesaria… Así comenzó la verdadera civilización humana, con preguntas. No importaba si existía una respuesta inmediata, lo importante era encontrar una solución verdadera al interrogante.  Una explicación lógica que se sostuviese por sí misma. Aquella civilización comenzó a salir del cascarón que cubre al ser irracional para poder mirar más lejos. Para poder saber qué es ese casarón, dónde se encuentra y por qué está allí. El sentido de sus existencias ya no era comer para vivir para copular. El sentido era el estudio del polluelo, el cascaron y lo que le rodeaba.  Los griegos nos dieron algunas respuestas, pero el número de éstas era insignificante a la enorme cantidad de preguntas.

            Ahora, unos veinte siglos más tarde, conocemos algunas respuestas de esas preguntas. Sabemos de que está formada la materia, qué es. Sabemos qué es la Tierra, dónde esta, cómo es, cómo se mueve y dónde se encuentra. Sabemos que son las estrellas y por qué el Sol ilumina. Sabemos por qué estamos pegados al suelo. Sabemos que el hombre no es algo especial, sino una fase más de la evolución surgida de la materia. Se trata de un familiar lejano de la bacteria y un pariente cercano del chimpancé. Pero en sus antecedentes, figura la presencia de una estrella, materia de la cual él está hecho.  Sabemos que nuestra estrella es común y que no ocupamos un lugar especial en la galaxia. Y así podríamos continuar con un gran número de respuestas que con esfuerzo la especie ha ido adquiriendo. También quedan muchas preguntas y eso hace que aun sintamos la fuerza del misterio que nos anima a investigar. Sabiendo que Dios en la forma más habitual no es necesario, es más, del todo imprescindible. Por lo tanto, lo que nos rodea tiene una lógica explicable que podemos llegar a comprender. Todo tiene un sentido y por eso estamos aquí.

            Pero somos animales y a veces parecemos realizar una involución. Cuando las respuestas se encuentra más que nunca al alcance de nuestra mano, cuando por fin podemos realmente convertir al ser humano en un animal especial por desvelar los misterios que tanto han preocupado durante miles de años…Cuando las respuestas que marcan el significado de nuestra vida se presentan ante nosotros, huimos hacia nuestro cascarón a encerrarnos. A abandonar la comprensión de la naturaleza, del cosmos, del orden universal para mirarnos nuestro ombligo, para concentrar nuestra atención en nuestros insignificantes asuntillos internos. Cultura, política o pasatiempos de peor calaña son los que mantienen a la sociedad entretenida como una pelota a un perro. Estos son cosas serias nos dicen y aquellos con espíritu ávido de entender la mecánica del universo nos compadecemos de esta pobre sociedad enferma que se ha salido del camino para volver a las cavernas.

            Imagino a aquellos griegos anhelantes de respuestas y veo ante mí una pobre sociedad ignorante que desdeña las respuestas que les sirven en bandeja de plata. Una pobre especie que aun pudiendo ser bondadosa y rica en saberes, ha elegido el camino de la máquina comandada por sus genes egoístas, llevándonos a un semicaos y a la ralentización del avance científico. Unos pobres animales que se creen superiores pero que, sin embargo, se comportan como cualquier otro. Que prefieren creer a explicaciones míticas para vivir en un áurea mágica de ignorancia que no ser lo suficientemente valientes para aceptar la realidad, sin importar el modo en que se nos presente.

            Dudo que unas pocas personas puedan cambiar la opinión de cinco mil millones, así que aquellos deseosos de entender el cosmos, hemos de seguir adelante y evitar dejarnos llevarnos por el lastre del resto, evitar el conflicto y procurar el máximo desarrollo del conocimiento en la medida de lo posible. Vivir como seres racionales y no quemar el tiempo con asuntos fútiles. Hemos de ser coherentes, hemos de ser un ejemplo en el que algunos del rebaño puedan fijarse y salir de él. Hemos de entender y deleitarnos. Y después, morir tranquilos con la tranquilidad del trabajo bien hecho y el tiempo bien aprovechado.

 

 

Brújulo

 

kt ktciencia

[Ciencia] Viajeros del espacio en nuestros ojos

25 agosto, 2005
Cuando tenemos una luz encendida, ésta parece que es como la lluvia que cae de una amplia superficie y lo barre todo. Como si la bombilla en realidad fuese un activador de la luz que se encuentra en estado permanente en la habitación (unas veces activada y otras desactivada). La potencia de la bombilla equivaldría al "poder de activación". Esto, respito, es la sensación que se tiene de una forma subjetiva e irreflexiva. Algo parecido a la sensación de que la Tierra es inmóvil y el Sol gira alrededor de ella.

Pero resulta realmente emocionante toparse con la realidad en las narices. Empiezo con un ejemplo sencillo, una lámpara halógena. Estas bombillas se caracterizan por la gran cantidad de luz que emiten que hace que puedan iluminar toda la habitación sin dificultad. El funcionamiento es el siguiente. La corriente viaja hasta la lámpara. Allí se encuentra con el la resistencia de tungsteno. Los electrones de la electricidad chocan con los del tungsteno y hacen que estos adquieran energía (subiendo de nivel energético). Este nuevo nivel es temporal, así que el electrón de tungsteno vuelve a su nivel original desprendiendo un fotón y energía calorífica. Este conjunto de fotones se esparcen por toda la habitación, iluminándola. Por cierto, la lámpara halógena también emite radiación ultravioleta, por eso llevan un cristal frente a ella que absorbe estas radiaciones. Pero recordemos, toda esa luz que nos envuelve tiene su origen en una pieza de no más de cinco milímetros. Aquí incluyo estas fotos.

Pero aquí hablábamos de una simple y pequeña lámpara de casa. Pero, ¿y la gran lámpara de nuestro gran hogar? El Sol, con un diámetro de un millón trescientos noventa y dos mil kilómetros (1.392.000 km, 109 veces mayor que la Tierra) fusiona en su interior átomos de hidrógeno para convertirlos en átomos de helio. Hay una diferencia de masa que se convierte en energía lumínica debido a la ecuación de la relatividad especial de Einstein. El tiempo que tarda el fotón en llegar del núcleo a nuestro ojo es de poco más de un millón de años. Aunque, en realidad el tiempo que tarda desde que abandona el Sol hasta que llega a nuestro ojo es de unos 500 segundo (aprox.), unos 8 minutos más o menos. Pero recordemos que todo lo que vemos a nuestro alrededor es porque el Sol (una estrella insignificante comparándola con el resto del universo) se dedica a fusionar hidrógeno a 1.392.000 km de distancia para que unos fotones, que tardan un millón de años en llegar a nosotros, sean captados por nuestros ojos y convertidos en impulsos nerviosos.

La inmensa mayoría de luz que hace que podamos ver…

Procede de una estrella lejana…

Las fotos están realizadas con unos pocos segundos de diferencia. La de la resistencia y el disco solar han sido tomadas con un filtro para eclipses solares Son unas gafas opacas de color negro que filtran mucha cantidad de luz y sólo es posible ver algo ante fuentes muy intensas.

SALUD!os

Brújulo.

[Fotografía] El infierno en la ciudad

21 agosto, 2005

nubesrojas
Originally uploaded by noetse.

Las ciudades son, como norma, feas. Edificios grises, suciedad, calles estrechas... Para los que allí vivimos, la naturaleza parece ser como algo aislado, fuera de lo sintético donde nos encontramos. Con una atmósfera contaminado que dificulta el alcance del O2 a nuestros pulomones e imposibilita que la luz de las estrellas (que ha viajado durante millones de años) no pueda traspasar la capa de CO y otros contaminantes que nos cubren, se tiene la sensación de que vivimos completamente aislados de la naturaleza que nos hizo.
Sin embargo, en un día de lluvia las cosas cambian. La voz grave de la madre Gaia se hace escuchar y la gente asustada ante lo extraño se esconde en sus casas. El silencio, ese desconocido, comienza a cubrir las calles solitarias para dejar paso a la ópera de las gotas de lluvia cayendo hacia la superficie atraídas por la gravedad.
Después de la tormenta, la naturaleza dejó su firma en forma de estas nubes reflejando el lugar en el que vivimos.

Brújulo.
kt



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Posted by Brujulo to Fotografía at 8/21/2005 08:44:28 AM

[Fotografía] Recorriendo la costa

08 agosto, 2005

Recorriendo la costa
Originally uploaded by noetse.

El otro día un amigo me llamó. Le apetecía hacer un pequeño recorrido por la costa en bicicleta. Yo, que llevaba unos cuantos días de forma sedentaria en mi casa, acepté encantado. En total fueron unos 60 kilómetros aproximadamente (quizás más, ida y vuelta). El último pueblo al que llegamos fue Vilassar de Mar. Lo que me impresionó es la gran diferencia que hay en la periferia de Barcelona. El sur (de donde soy yo, justo al otro lado de Barcelona del que me encuentro en la foto) es industrial, gris. El norte (más costero) son pequeñas poblaciones (exceptuando Sant Andreu) con edificios bajos o casas que transmiten una sensación acogedora de tranquilidad.
En la foto: A la izquierda el mar (la playa), en el centro un servidor, a la derecha la vía del tren, al fondo se puede ver la montaña de Montjuic y las chimeneas de la central térmica del Besós..

Un saludo,
Brújulo.

kt



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Posted by Brujulo to Fotografía at 8/08/2005 01:24:20 PM

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