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[Relatos]Día sin noche: Capítulo 2

25 septiembre, 2005

La mañana del 1 de Enero del año 3000 era la mañana del día 1 de mi primer año. Cuando mi mente comenzó a tomar conciencia de la realidad tras las horas de sueño pertinentes, las palabras de la noche anterior aun se encontraban escritas en el borrador de mi memoria temporal. Voy a salir del edificio. Ocupé una media hora eligiendo las cosas que debía llevarme. Realmente era poco lo necesario, casi todo podía ser adquirido en cualquier parte del Edificio. Los artículos de lujos son los únicos que tienen un coste económico, el resto es subvencionado por el estado, ya que el gasto de las factorías robóticas es insignificante.  Terminé escogiendo una libreta electrónica y mi robot sirviente, llamado Ka.

Cuando salía del habitáculo familiar, pude ver a mi madre en el módulo de realidad virtual y mi padre en una sala de sexo con alguna amiga de mi madre. Les avisé mediante el sistema distribuidor de voz de mi partida, no pareció importarles mucho. Quizás después, cuando se aburriesen, calcularían las consecuencias sociales que tiene haber dejado marchar a un hijo, pero eso sería más tarde.

Ka y yo nos encontrábamos en el pasillo. Era difícil encontrar el final de éste con la vista porque los edificios son bastante largos.  Se calcula que en un solo pasillo hay  unos 3000 habitáculos familiares, de los cuales sólo podemos ver sus puertas con  el identificador genético protegiendo la entrada de accesos no deseados. Son anchos, de unos  veinte metros. A pesar de poseer amplias dimensiones, suficientes como para que la población de un edificio pueda estar en uno de ellos sin siquiera rozarse, se encontraba prácticamente vacío, a excepción de algunas patrullas de vigilancia y alguna que otra persona.

Precisamente con uno de estos ciudadanos desperdigados en mitad del pasillo comencé mi viaje.  El primero de ellos era un hombre de aspecto mayor, de los que habrían iniciado el tratamiento de inmortalidad a una edad madura

-Perdone, ¿podría ayudarme? Estoy intentando encontrar la puerta

-¿La puerta? Este pasillo está repleto de puertas

-No, me refiero a la salida del Edificio

El hombre miró a su alrededor, cerciorándose de que no hubiese nadie que pudiese escucharnos, y a continuación susurró a mi oído.

-Chico, no sé donde se encuentra esa maldita puerta. Yo que tú abandonaría esa búsqueda de inmediato, puede costarte tu vida inmortal, tanto si sales como si no lo consigues.

Y a continuación se alejó a toda prisa para después desaparecer en uno de los habitáculos familiares.

El robot sirviente y yo nos quedamos parados en mitad de aquella nada. Yo sin saber que hacer y él sin orden que cumplir. Pensé que éste podría tratarse de un caso aislado,  así que pregunte a una muchacha más joven que encontré por allí. Pero los resultados no fueron mucho mejores. Sin poder acabar, ésta salió huyendo con una cara de terror indescriptible.

La situación no era buena, me encontraba entre una multitud desinformada y temerosa de la que no podría obtener dato alguno. A pesar del riesgo, debía acudir a fuentes de las que pudiera tener alguna certeza de que supiesen algo al respecto.

Me dirigí a la oficina de seguridad del pasillo, dónde encontré un robot policía secretario.

-Muy buenos días, ¿desea hacer una denuncia o suicidarse? Le recuerdo que las cámaras de suicidio de esta oficina ofrecen un placer final muy superior al que las cámaras de habitáculo pueden producir.

-Ehh… No, gracias. Deseo hablar con el inspector humano.

-De acuerdo, recuerde que si no es un caso importante puede suponerle una denuncia molestar al inspector humano. ¿Realmente está seguro de lo que va hacer?

-Sí –pronuncié con voz alta y clara para que el dispositivo de reconocimiento de voz del robot no pudiese equivocarse.

-Su petición se está procesando. Esperare un minuto y veinte segundo.

Veinte segundos…

-Buenas tardes -dijo el inspector desde su sillón, en una habitación contigua a la que me encontraba interconectada con una puerta cuántica de última tecnología- Por favor, pase.

Me senté en un cómodo sillón ante él a la vez que la puerta volvía a aparecer para aislarnos del exterior. Veinte robots militares me apuntaban directamente con campos magnéticos que desestabilizarían las conexiones moleculares de mi cuerpo al menor indicio de amenaza.

-Dígame, que desea.

-Verá…Ehh. No estoy seguro de haber hecho bien en acudir a usted pero me temo que es la persona más cercana que puede ayudarme – Mi voz temblorosa no mejoraba con la mirada feroz que el inspector iba adquiriendo- Verá, quiero salir. Quiero encontrar la puerta y salir.

-Salir...

-Sí, abandonar el Edificio. En la telescuela me enseñaron que éramos libres y que si lo deseábamos podríamos hacerlo cuando quisiéramos.

-Me temo que no resultará tan sencillo

-¿Por qué motivo?

-Abandone la idea, amigo. En el edificio su seguridad no peligra y si desea morir tiene una cámara cada quince metros. El exterior es desagradable. Aquí usted puede tener el placer que desee mediante los módulos de realidad virtual o las tradicionales cámaras de sexo.

-Ya sé, ya sé…Pero tengo curiosidad, quiero ver el verdadero mundo.

-¿No le da miedo? –Preguntó el inspector con expresión de extrañeza

-Aquí todo el mundo parece tener miedo de ello, pero yo no.

-¿Es usted químicoinmortal?

-Sí, ¿importa eso?

-No, por curiosidad… -A continuación apuntó algo en la pantalla táctil- Mire, le haremos un tratamiento y si después aun continúa queriendo salir,  le ayudaremos a este fin.

-Tratamiento, ¿para qué?

-Un mero trámite…


Brújulo

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[Relatos] Día sin noche: Capítulo 1

17 septiembre, 2005

Aquella era la noche de fin de año. Aunque no lo pareciera, ya nos encontrábamos en el 2099 y pronto sería el 3000. Mi abuelo, cuando yo era niño, me decía que antes la gente lo celebraba. Que se reunían, hacían fiestas y se hacían pequeñas promesas a sí mismos: Ir eliminando ciertos defectos, cumplir viejas ilusiones… Aunque también me decía que muy pocos eran los que terminaban cumpliéndolas. Yo no recuerdo haber estado en ninguna de estas reuniones.

Cuando yo nací, sobre el año 2051, los fármacos para la neutralización del envejecimiento se encontraban en pleno auge. Prometían alargar la vida tanto como se quisiese, siempre que la persona no sufriese ningún accidente. Decían que neutralizaba los componentes químicos encargados del envejecimiento. Las ventas se dispararon, las compañías no daban abasto y se tuvieron que realizar listas de espera. Había dos formas de escalar puestos, una era con dinero y la otra con méritos. Los méritos hacían referencias a contribuciones a la sociedad. Científicos, ingenieros, políticos y escritores se beneficiaron de esto. Pero realmente se trataba de una minoría en comparación a la gran mayoría de personas que conseguían los fármacos por causas económicas. Las clases sociales se hicieron más palpables que nunca. Los pobres morían mientras que los ricos podían vivir tanto como quisieran. Se produjeron muchos conflictos en la época de los 50 y los 60. Asesinatos y atentados dirigidos a la nueva clase de inmortales. En esta época, el desarrollo tecnológico había avanzado lo suficiente como para que todos pudiésemos disfrutar de un tiempo de ocio abundante y las clases parecían ir desapareciendo. Justo cuando este pensamiento fue generalizado, apareció la fórmula de la vida eterna y todo lo conseguido hasta este momento pareció desmoronarse. Volvimos a una situación de conflicto como aquella que los libros de historia mencionaban sobre la revolución industrial en el Reino Unido, hoy una demarcación de la Unión Europeo-norteamericana (o UENA)

Fueron momentos muy duros, tanto para la clase acomodada (amenazada continuamente) como para la más humilde (que se veía abocada a morir inevitablemente). Fue hacia 2072 cuando un médico de la demarcación estadounidense, Roger Flint, descubrió los genes causantes del envejecimiento. En 2075 los padres ya podían tener hijos inmortales mediante inseminación artificial. La ingeniería genética fue capaz de neutralizar el envejecimiento, permitiendo sólo el crecimiento. Cuando este proceso fue sistematizado, comenzamos a ver emerger una nueva generación de niños que sabíamos que nunca podrían morir por causa natural sin haber sido previamente medicados. Ésta generación era la nueva especie humana y sus genes inmortales sólo podrían ser mezclados con otros de su misma generación. Fue entonces cuando los que habíamos sido tratados químicamente para la inmortalidad comenzamos a ser mal visto por la nueva generación. Al necesitar el descendiente una operación que hacia 2090 había pasado a ser muy costosa (ya que no se practicaba con tanta frecuencia y los médicos especializados eran escasos), los padres no veían con buenos ojos una unión genicoinmortal con otra químicoinmortal. Yo me traté con 20 años, cuando decidí dejar de envejecer. La tercera edad fue excluida de esta posibilidad, ya que en un periodo tan avanzado de envejecimiento los resultados satisfactorios eran muy improbables. Mi abuelo murió hacia 2065, cuando yo tenía 14 años y él 114, una curiosa casualidad.

Me contaba muchas cosas de cuando la ingeniería genética aun no se había desarrollado suficiente. Pero seguro que el lector estará bien informado gracias a las clases de historia tomadas en el telecolegio. Este pretende ser un comentario del presente para el lector del futuro.

Como decía anteriormente, hoy es 31 de Diciembre de 2099. A diferencia de aquellos tiempos pasados, ya no se celebra nada. Creo que faltan unos diez minutos. Si miro por una de las escasas ventanas, no veo a nadie en el exterior, es decir, más allá del Edificio. Cuando en 2080 la gente comenzó a darse cuenta de los peligros de la naturaleza, comenzó a resguardarse en sus casas. El problema fue que eran pocos los atrevidos a salir al exterior para realizar los trabajos imprescindibles. La robótica había avanzado mucho, pero no tanto como cabía esperar. A veces una intervención humana era imprescindible, pero mantener cierto contacto con el exterior podía ser peligroso. Cuando nuestra vida es eterna, la posibilidad de sufrir cualquier tipo de accidente es algo que tan solo pensar ya produce terror. Cualquier asesinato a un miembro de la comunidad por otro es castigado con una tortura de diez años, muerte final incluida. No se puede permitir una muerte inesperada, la vida es mucho más valiosa de los que nunca antes había sido y la posibilidad de morir inesperadamente no puede tener cabida. Cuando se intentaron reducir riesgos, se ordenó a robots-arquitectos diseñar y construir grandes edificios interconectados formando el Edificio para que toda la población de la UENA estuviese protegida del exterior. Lo más importante era la seguridad. Muy pocas ventanas para mitigar los deseos de salir al exterior, estructuras grises que no pudiesen activar emociones en algún miembro, alimentación líquida para evitar cualquier tipo de asfixia, purificación del aire, robots-bomberos en cada habitación, un ejército de militares-robots dirigidos por personal directamente elegido por el presidente de la UENA para controlar posibles conflictos que puedan causar muertes accidentales. Las formas de entretenimiento son las formas relacionadas con el sexo (que debido a nuestra naturaleza animal aun conservábamos con la forma original). Pero éste no ha de ser fecundo, la tasa de nacimiento también es fuertemente controlada. En los edificios no cabemos todos, pero tampoco puede matarse a nadie porque es una de las acciones peor vistas. Pero para que continúe habiendo nacimientos tiene que haber muertes. Esto se soluciona con las cámaras de suicidio. Es obligado por ley que en cada casa haya una. Los suicidas son vistos como héroes (por su contribución a la sociedad) pero nadie quiere ser uno de ellos. También se eliminan vidas castigando cualquier tipo de delito (muy parecidos a los de las sociedades del pasado), pero, exceptuando el asesinato, ninguno es acompañado de torturas. Esto hace que los conflictos se reduzcan al mínimo, evitando cualquier situación de pánico en la sociedad. Éste último punto es menor porque la forma de vida que llevamos hace que la tasa de suicidio sea relativamente alta y gracias a ello el sistema funciona bastante bien. Cuando entremos en más detalle, el lector lo comprenderá.

No faltan filósofos y pensadores que no dudan en decir que la ciencia ha traído el mal a la Tierra. Es curioso que hagan estas manifestaciones porque, exceptuando la ingeniería genética, todos los demás campos de la ciencia han disminuido el número de investigaciones. Parece como si la sensación de inmortalidad haya dado a entender que la comprensión del mundo era ya un tema poco importante, intrascendente. Teniendo toda la eternidad por delante para descubrir, poco importaba ya entender, en este momento, la teoría geocéntrica, por ejemplo. De hecho, muchos padres enseñaban a sus hijos que el mundo era el Edificio y que más allá había el infierno y no habían de acercarse a él.

Aunque el sexo ocupa una parte del tiempo importante, los módulos de realidad virtual son también un aspecto relevante en la vida de los ciudadanos del Edificio. Se proyectan películas desde la oficina central de cinematografía. La mayor parte de ellas, igualmente, tratan sobre temas amorosos. La mayoría de los miembros aprenden estrategias de ligue por este medio. Otro de los temas principales del cine es el prestigio, el modo de conseguirlo. La gente se preocupa constantemente por ello, saben que con él podán acceder con mayor facilidad a uno de sus pasatiempos favoritos. Cuando las parejas se encuentran, ocupan sus preliminares con píldoras del placer y participando en algunos juegos de tipo amoroso. Desde que en los años 50 apareció la inmortalidad, nos hemos dedicado básicamente al placer, al hedonismo. El conocimiento y la creatividad se abandonaron casi totalmente. Pensamos que para trabajos de creatividad o investigación que requieran cierto esfuerzo nos queda toda la eternidad. El esfuerzo es retrasado hasta el infinito, porque sabemos que podemos hacerlo sin que en ningún momento nos preocupe que finalmente nos falte tiempo. Mi abuelo, que tan solo vio el principio de esta sociedad, me dijo que esta sería la era del placer sin sentido. No lo entendí cuando me lo dijo, pero ahora empiezo a comprender.

De todas formas, el control por la seguridad tiene un límite. Existe la posibilidad de salir del Edificio. Hay una doble puerta en alguno de los edificios del Edificio. No conozco a nadie que haya intentado atravesarla. Salir allí fuera para muchos sólo significa el aumento desmedido de las posibilidades de una muerte accidental. Se habla de algunos, vistos como verdaderos locos, que han salido. De todas formas, son solo rumores ya que nadie con quien haya hablado conoce la existencia de esta doble puerta. Es difícil averiguar donde se encuentra, la curiosidad no abunda y más para este tipo de información aparentemente inútil. Con unos permisos (se deben controlar las emociones) es posible que algún funcionario acceda a proyectarnos una sesión de realidad exterior. Una vez conseguí acceder a una de ellas, acompañado de un amigo. Se veía una gran superficie cubierta de arena blanca con vegetación difusa al fondo. El disco solar lo iluminaba todo. Se podían ver también algunos animales, escasos, que aparecían de vez en cuando. Un guía virtual se encargaba de proporcionarnos información de lo que allí veíamos. Mi amigo salió de allí diciendo que estaba más convencido que nunca de no salir del Edificio. Que había pasado calor y la sola presencia de aquellas fieras le había hecho sentir un escalofrío por la posibilidad de la muerte. A mí, sin embargo, me produjo el efecto contrario. Quise salir del edificio más que nunca, emocionado por las imágenes de aquel mundo exterior. El funcionario pareció notarlo y me obligaron a visualizar uno de aquellos tediosos reportajes sobre las ventajas que el Edificio reporta. Tenían miedo de que mi madre les pudiese denunciar y aquí es mejor que nadie pueda parecer violar la ley. Todo se castiga con la muerte, la peor de las posibilidades en una sociedad inmortal.

A un minuto del cambio de año podía observar parejas en las salas de sexo o en los módulos de realidad virtual. El resto dormía. El paso del tiempo ya no importaba, ya no significaba nada. Cincuenta y siete, cincuenta y ocho, cincuenta y nueve. Pii-pi. Mi reloj atómico de pulsera sonó. Voy a salir del Edificio, me prometí Nos encontrábamos en el año 3000 y tenía una promesa que cumplir.

Brújulo

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En 3 palabras

09 septiembre, 2005

PENSAR

SENTIR

ACEPTAR

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Soy satánico

07 septiembre, 2005
He completado un test sobre mi perfil religioso y he obtenido unos resultados interesantes. Muestra lo siguiente:

Agnosticismo: 75%
Ateísmo: 75%
Satanismo: 67%
Budismo: 58%
paganismo: 50%
Judaismo: 46%
Hinduismo: 33%
Islamismo: 33%
Cristianismo: 21%

El test aquí. Me he enterado de él por La cosa húmeda
Que agnosticismo y ateismo sean las tendencias que más me definan no me sorprende. ¿Pero satanismo? Bueno, un fragmento sobre satanismo de la wikipedia dice esto:
Este credo es una amalgama de conceptos humanistas, nietzscheanos, hedonistas, anticristianos etc., cuyo principal objeto de culto es la propia persona. No hablan de Satán como de una entidad real, (al contrario que los cultos luciferinos). Exaltan la figura del hombre sobre todas las cosas y toman a Satán como símbolo, en función del arquetipo al que representa, ya que Satán en hebreo significa Adversario, Acusador u Opositor. Satán representa el ansia de conocimiento, satisfacción de los placeres, retribución en lugar de perdón indiscriminado, conocimiento real en lugar de fe, cuestionamiento de los valores y rebeldía. El aspecto ritual tiene la función de catarsis. Los rituales del satanismo (construidos a gusto del consumidor), se han definido como psicodramas, y es el único momento en el que el satanista "suspende la incredulidad" para invocar a Satán o cualquiera que sea el arquetipo que prefiera.

El subrallado es mío. Es una filosofía (o religión) interesante si quitamos brujería, organización religiosa e invocaciones (!!)... Un tipo de hedonismo científico nietzscheano.
Es curioso que el cristianismo ocupe el último lugar. ¿No he sido influencia por la cultura cristiana en la que vivo o he sido yo quien la he repelido? Esto de ser satánico es lo que tiene (rebeldía, etc.)...jeje.

Brújulo.

kt ktbaul

Arma cotidiana de destrucción masiva

02 septiembre, 2005

¿Qué ocurriría si se sacase al mercado un artilugio que produce 100 muertes y 3000 herido semanales en el territorio español? Se trataría, sin duda, de un arma devastadora. ¿Cómo la acogería la sociedad? Seguramente tendría atemorizados a ciudadanos y políticos. Éstos tomarían todas las medidas posibles para detener el uso de esta arma tan mortífera. Los medios harían análisis, reportajes, cubrirían los últimos sucesos aparecidos. Desde las columnas se atacaría la degeneración de la especie y caerían toda clase de improperios sobre las personas (si se les puede llamar personas que dirían muy seguramente) que inventaron semejante aparato demoníaco. Los crímenes de ETA o Al Qaeda resultarían ser insignificantes ante la aparición de esta peligrosa arma. Un 11M produce 200 muertes una vez, pero este artilugio causa 400 al mes.

¿Realmente se produciría este estado de alarma? Al parecer, no. Esta arma ya se encuentra entre nosotros con los resultados mencionados. Sí, sí, así como se lee. Este artilugio ya existe y desde hace tiempo. Se trata del automóvil. ¿Qué?¿Me estás hablando del inocente coche o moto? Efectivamente. Y a pesar de que no sean mediatizados, estos datos existen y se encuentran publicados en Internet para todos aquellos interesados. En la mismísima web de la DGT podemos descargar las estadísticas hasta 2003.

 

-Año 2003: 5.399 muertos  (112 semanales) y 150.635 heridos (3138 semanales)

-Año 2002: 5.347 muertos (111 semanales) y 146.917 heridos (3060 semanales)

-Año 2001: 5.517 muertos (115 semanales) y 149.599 heridos (3117 semanales)

 

Increíble pero cierto. Se producen tal cantidad de muertes a la semana en accidentes de tráfico, pero ¿alguien lo había oído antes? En cambio, ETA mata a 1 persona y los medios dedican portadas. ¿Qué ocurre? Algo parece que se escapa… Existen proyectiles macroscópicos que causan este daño a la sociedad y nadie mueve un dedo. No lo entiendo…

La evolución nos diseño para temer la ira del prójimo pero no para que nos horrorice ir subidos en un aparato que se mueve a 150 kilómetros por hora con un control escaso. ¿Quizás sea eso?

También es posible que la industria automovilística mueva tal cantidad de dinero que a nadie le compense publicar estos datos. Los periódicos no subsisten sin anuncios de automóviles y un gobierno no puede perder el soporte de grandes empresas como son las automovilísticas (sin contar con las influencias de los empresarios que las dirigen). Gran parte de la sociedad sueña con un coche e intentan engañarse sobre el peligro que estos conllevan.  El automóvil les da estatus (puedes tener un 600 o un Ferrari, pero, al fin y al cabo, tienen coche). Todo esto y más factores que desconozco nos lleva a que si alguien asesina a alguien nos escandalicemos pero intentamos (todos nosotros), en cambio,  sumergir en el olvido estas terroríficas cifras sobre muertos y heridos en accidentes de tráfico.

Por cierto,  los muertos en ciudad ascienden a 900 (18 a la semana) y 71.000 heridos (1480 a la semana) así que más vale que lo pensemos dos veces antes de cruzar un semáforo en rojo.

 

Brújulo

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Caricias del viento

01 septiembre, 2005

Aquella era una tarde corriente. Un cielo gris que dejaba pasar algunos rayos de luz,  un viento que se llevaba parte de mi calor corporal, gente caminando con la vista pegada al suelo o a un hipotético infinito…Sin embargo, siempre me han gustado esos días corrientes. Me sentía a gusto en la seguridad de la monotonía de la masa y a la vez sentía el deseo de romper esa regularidad. Haciendo de ese día un momento único en el tejido del espacio-tiempo.  Con el deseo de desviarme de ese camino marcado y seguir recorriendo el que yo decidí seguir.

            Con esta idea me encontraba caminando por un parque urbano. Un sendero ancho de tierra con un espacio contiguo a cada lado para césped, árboles y alguna que otra planta exótica con su correspondiente cartel identificatorio.  Un banco cada cuatro metros. Unos vacíos, otros ocupados por algunos ancianos intentando saborear esa última etapa en la que se encuentran,  madres acompañadas por un carrito que sostiene a sus pequeña criatura a la que dedican toda clase de mimos, despistados que se detienen a orientarse o reposar como posada ficticia de un pequeño viaje urbano y algún que otro extraño ser meditabundo.  Yo era una mezcla de éste último grupo y de despistado que se detiene a descansar.

            Me senté en un banco, saqué un sencillo bolígrafo y comencé a escribir en un pequeño bloc.  Eran palabras inconexas: “árboles”, “verde”, “cielo”, “tierra”, “viento”, “caricia”. Palabras que se intentaba ordenar en una columna a modo de poesía ficticia.  Aquellos árboles que, a pesar de parecer inertes por su inmovilidad,  albergaban en su interior todo un hervidero de vida que se mostraba en el verde de sus hojas. Hojas que solapaban el azul grisáceo del cielo, que nos hacia viajar nuestra mente hasta nubes para después cruzarlas en un oscuro universo plagado de estrellas. Pero a estas alturas resulta imposible no sentir la fuerza de la gravedad que nos empuja hacia abajo, hacia un suelo de tierra compuesto por miles de partículas disgregadas por toda la superficie. En aquel banco vislumbramos la grandeza del universo y el viento nos acaricia, como la madre que acaricia al hijo porque comprende sus emociones, sus sentimientos y se alegra por ello. Así sentía el viento en mis mejillas de una forma tan sólida que no pude evitar acoger mi rostro en su mano. Cerrando lo ojos, dejándome querer. Sentía el calor del viento frío. Como en un sueño, abrí los ojos y ante ellos vi la mujer del viento. Una joven con rostro fino, dulce y bien marcado con líneas difusas. Su cabello recogido en consonancia con su minimalismo   Ojos brillantes que transmitían ternura, sus labios finos marcando una ligera sonrisa. Era la imagen de la delicadeza, la belleza y el cariño. Me resultaba imposible dejar de mirarla. Continuaba acariciando mis mejillas cuando comenzó a levantarse. Caminaba por el camino del parque y poco a poco se ocultaba tras la neblina que había comenzado a cubrirlo todo.

            El parque volvió a su normalidad. El bloc había caído al suelo juntamente con el bolígrafo. Comencé a pensar que todo había sido un sueño pero un golpe de viento pareció detenerse unos instantes en mi mejilla, acariciándome.

 

Brújulo

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