Recientemente hubo una polémica sobre las declaraciones del Dr. Aquilino Polaino, catedrático de Psicopatología en la Universidad Complutense, por considerar que los homosexuales eran unos enfermos. A partir de aquí hubo una gran avalancha de críticas de todos los bandos políticamente correctos y el PP se desmarcó de sus declaraciones (siendo este mismo partido el que lo llevó al Senado). ¿Pero qué ocurre en este país?
Antes de nada, me gustaría conocer que es lo que saben esas personas que tanto le han criticado. Es decir, he leído algo de este señor y resulta que sus conclusiones están basadas en investigaciones y entrevistas con gran número de pacientes. Además, desde el punto de vista del psicoanálisis, que es donde creo que el señor Aquilino se basa, no es para nada extravagante esta afirmación. Muchos periodistas, políticos y demás que han criticado a este hombre han memorizado muchos textos sociales (leyes y demás), pero ¿qué saben de ciencia, de la “verdad objetiva”? Cuando un periodista intente ponerse por encima de un científico con argumentos culturales, lo único que podemos hacer es compadecernos por lo ignorante de su acción. La iglesia, la cultura y los propios científicos (no verdaderos científicos) castigaron a aquellos que los desproveían de su trono (heliocentrismo, evolucionismo, el psicoanálisis, la física cuántica…) Cosas que por coherencia se han tenido que terminar aceptando y que nos han convertido en seres más humildes.
Y ahora analicemos superficialmente la afirmación “los homosexuales son unos enfermos”. Primero hemos de saber qué es enfermedad. Según la RAE: Alteración más o menos grave de la salud. Y salud es: Estado en el que el ser orgánico ejerce normalmente sus funciones. Entiendo que normalmente sus funciones equivale a decir sus funciones naturales (normales). Bueno, si nos basamos en la lógica de la naturaleza, ¿Cuales son las funciones básicas de cualquier ser vivo? Esto es evidente: Vida, reproducción y muerte. La finalidad de la vida es, pues, la permanencia del mayor número de sus genes. ¿Contribuye a ello un homosexual? Evidentemente no cumple el mandato de la naturaleza, la reproducción. No cumple sus funciones, es, por lo tanto, un enfermo, no hay duda. Esto puede tener o no causas conocibles, pero, de entrada, es un enfermo.
Ahora bien, y yo digo ¿y qué? Es decir, ¿Cuál es el problema de que sea un enfermo? ¿No es lo revolucionario una enfermedad? Si el hombre (ser humano) ha de reproducirse, ¿Qué demonios son aquellos que ocupan su tiempo con ciencia, arte, filosofía y demás? Siendo el ser humano malo por naturaleza (yo así lo creo) ¿Qué son aquellos que se asocian libremente, en paz, en armonía, en igualdad de derechos, basándose en el respeto mutuo sincero como pasa en las utopías del comunismo? Evidentemente, son todos unos enfermos porque no cumplen sus funciones instintivas. Pero bendita enfermedad, amigos. Bendita enfermedad la que hace que conozcamos el suelo por el que pisamos, la que nos hace viajar en el mundo de las artes, la que nos hace dudar y ver nuestros errores. Benditos locos enfermos aquellos científicos, matemáticos, filósofos y artistas puros que no siguen el camino marcado, que no conocen ni la riqueza ni la fama. Pero que, sin embargo, hacen que la especie se vuelva enfermiza y avance en una verdadera dirección libre (ahora, de todas maneras, la gente es demasiado “sana”, demasiado instintiva).
Concluyendo, yo digo que los homosexuales son unos enfermos. Se desvían del camino marcado, pero ¿no puede ser una nueva dirección en la que las cosas vayan por el cauce del progreso? ¿No es este la verdadera expresión de la libertad, en la que la tendencia sexual no viene ya marcada? ¿No es el hecho o la posibilidad de salirnos del camino establecido, del esperado, lo que llamamos libertad?
Lo importante no es afirmar o negar la respuesta de la cabecera. Lo importante es tener argumentos para decantarnos por una u otra respuesta. No basarnos en las normas sociales, porque estas son demasiado relativas y cambiantes. No vale dar argumentos vacíos basados en lo que hemos escuchado al político o presentador de turno. Hemos de llegar a nuestra propia conclusión con unos cimientos fuertes (que por supuesto, muchas veces deberán estar basados en la investigación que otros llevaron a cabo). Y si hay otro que llega a una conclusión contraria, lo único que debemos tenerle es respeto y admiración, por haber tejido, también, un camino con el que ha llegado a ese fin. Y además, hemos de tener la satisfacción de poder contrastar nuestra investigación y la suya y así ver cómo hemos llegado a lugares opuestos, pudiendo, entonces, corregir nuestra dirección. Por lo tanto, aplaudo y respeto al señor Polaino por haber investigado y llegado a su conclusión de una forma totalmente argumentada y emitir ésta sabiendo que iba en contra de lo políticamente correcto. Otra cosa es que tengamos posiciones opuestas a las valoraciones morales del tema.
Brújulo,
Jueves, 23 de junio de 2005
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24 de junio
Añado el enlace a una entrevista de Aquilino Polaino que he encontrado en la revista Época:
http://www.epoca.es/node_516.jsp?id_producto=8947&id_categoria=340Destacaría la parte final de la misma:
También recomiendo leer la posición contraria a la mía, escrita por dos psicólogas de un colectivo feminista: No en nombre de la psicología No tengo nada en contra, pero el problema que yo veo es la falta de definición de términos. Antes de discutir sobre algo, creo que hay que aclarar sobre lo que se habla.
