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Cultura del sexo

25 julio, 2005

 

            Comienzo a sentirme como un roedor que en un laberinto ha vivido y que comienza a darse cuenta de que todo se trataba de una trampa. Y es que no hay nada mejor como ver a otro ratón que es, al fin y al cabo, reflejo de uno mismo.

            Ahora, comienzo a observar a los demás roedores. Y me doy cuenta, como ya sospechaba en Esclavos del sexo, que todo se trata de una trampa para el objeto de la procreación. Antes mi visión era puntual, ahora es general. Veo todo el sistema como conjunto con una palabra marcada en su seno, sexo. Todo, absolutamente todo, tiende a ese fin. Desde la persona que más vulgar nos parezca hasta los llamados “intelectuales”. Pero no miremos hacia fuera, como ya hice. Sino a nosotros mismos. Nuestros hábitos, nuestros gustos…Incluso creyendo actuar contra ello, lo perseguimos.

            Somos más animales porque cada vez actuamos más como tales. Si no nos preocupamos de nuestra estética lo hacemos por nuestra cultura social. La imagen física (totalmente) y la cultura (en gran parte) no tienen otro fin que no sea el sexo.

            Recientemente fui a una entrega de “insignias” por las notas de selectividad. El hecho de que alguien le diese importancia a tal evento me parece despreciable. ¿Qué importa tiene que alguien haya sacado entre nueve  y diez en unos exámenes? Para lo único que nos sirve es para hacernos una idea de la corrección de nuestros conocimientos. Pero que alguien me felicite por ello… ¿Por qué motivo? El trabajo, dicen. Pero es que me suena como si trabajo fuese equivalente a resistencia, sufrimiento, sometimiento al sistema. El estudio mantiene la misma “alienación” que el trabajo asalariado, parece ser o dan a entender. El estudio debe ser “placer” y si produce algún tipo de molestia, ha de aceptarse sin miedo ya que conocimiento y sexo no tiene por qué estar unidos. Si yo creo que mi deber es aprender, ¿he de recibir algún tipo de compensación/reconocimiento? Si he de hacer algo no deseo compensación por hacerlo, ya que eso da un peso mucho mayor a la posibilidad de realizar lo contrario. Como si hacer lo que uno debe fuese algo “especial”, algo totalmente falso.

            En realidad, creo que este acto era una parcial satisfacción del instinto sexual de muchos de los allí presentes. Del sentimiento de superioridad o éxito. Aquellos que mucho han viajado o estudiado pero, en cambio, estaban felices porque le daban un premio, han fracasado o no han entendido nada, no han conocido de verdad. Nuestro conocimiento siempre será insignificante, nuestra luz es muy débil para iluminar un espacio infinito a nuestros ojos. Hemos de olvidarnos de la cultura social, porque hará que nos detengamos y fracasemos (mientras, ellos nos harán creer que estamos prosperando). Hemos de avanzar e iluminar hasta donde podamos, hasta cuando podamos, hasta morir. Todo lo demás es absolutamente banal.

           

 

            noetse@hotmail.com

           

            25/7/05

No quiero ser adulto

18 julio, 2005

 

Aun puedo recordar como cuando debía tener unos 5 años, me hice una promesa que a lo largo de mi vida he ido recordando. Fue un hecho sencillo. Me encontraba en casa de mis tíos, una reunión familiar. Lo lógico es que, a un niño inquieto y curioso como era yo, aquellos temas de “mayores” le aburriesen enormemente. Así que, para no perder más tiempo y empezar a hacer cosas realmente interesantes, le propuse a mi prima (que debía tener unos 15 años) jugar. La respuesta de mis tíos me pareció sorprendente: “la prima ya es mayor, no le gusta jugar”.

No entendía como a alguien no le podía gustar jugar, aquello debía haber sido una especie de degradación como ser humano. ¿Eso era lo que llamaban ser adultos? Así que, en aquel instante, grabé en mi mente la promesa más fuerte que jamás haya hecho: “Cuando sea mayor, seguiré siendo un niño y nunca me dejará de gustar jugar”.

Puede resultar extraño, pero trece años después aun la recuerdo. De aquella edad, son los restos que con mayor viveza se conservan en mi memoria.

No quiero ser adulto. El niño ama la vida, la siente desbordarse por cada uno de sus poros. Y yo quería seguir siempre siendo así. Ahora mis juegos son la ciencia, la física, la filosofía…Continúan siendo un juego, porque son una forma de interpretar la vida, ese sueño, esa imaginación, esa realidad…

Hace poco fui a una entrevista de trabajo. Me sorprendió muchísimo la seriedad con la que se tomaban el hecho de vender muebles. ¿Qué importancia tienen esos míseros muebles? Hacer una “filosofía” del vender, que estupidez. Eso es insignificante en relación a lo que verdaderamente importa, la vida. El adulto cree construir algo importante en su torbellino de confusión. Vive con un velo ante sus ojos que no le permite ver la vida. El niño ama y se fascina con el conocimiento. El adulto vive por el sexo, traducido en propiedades, superioridades, apariencias, influencia sobre los demás…El adulto estudia por reconocimiento social, por poder. El niño aprende por el placer de comprender. El niño ama.

Yo quiero ser un niño, quiero continuar siendo aquel niño durante toda mi vida. Que no llegue un punto en el que comience a mirar hacia atrás y hacia los demás para valorarme por lo que fui y lo que soy respecto a otros sino que mire hacia mí y hacia delante para valorar lo que soy respecto a mí y lo que puedo llegar a ser.  El conocimiento que adquiramos es insignificante sobre el total, pero cada poco que vayamos obteniendo hará que una gota de lluvia nos emocione cada vez más. Cada poco que consigamos hará sentirnos más impregnados de vida, por albergar parte de su estructura en nuestra interior.

El adulto se encuentra cansado. El niño es valiente y consciente del límite de su tiempo. Aun no está completamente acostumbrado a la vida y por eso la siente más que ningún otro ser. Él sabe que es algo extraño a descubrir y no algo cotidiano a tener poco en cuenta.

El tiempo se nos escapa entre las manos, también la vida. Se ha de sentir como cada grano de arena se desliza por nuestros dedos o moriremos sin haber vivido, se ha de jugar con esos granos. Quiero ser el niño que me prometí ser.

 

18/7/05

 

Publicidad

15 julio, 2005

Veo en consumehastamorir.com este brevísimo análisis de la publicidad que me parece muy interesante.

He leído varios libros sobre publicidad en los que se analiza como actúa ésta y en que modos se muestra. Es realmente interesante descubrir como se repiten las mismas estructuras de anuncios una y otra vez (aunque parezca lo contrario, hay muy poca originalidad). Aquellos relacionados con el sexo y que derivan en superioridad, poder, etc. Más nos vale ser muy críticos con la publicidad y huir de sus chistes, bromas y “grandes objetos de deseo”.

Contra la publicidad. Análisis de una perversidad cotidiana

Juan Blanco


Siento la publicidad, sobre todo, como un enemigo mendaz e insomne que nos merodea y nos acosa ubicuamente, hasta parcelas sobre las que no debería tener ningún derecho. Y creo que una verdadera educación para la ciudadanía de la infancia debería tener una asignatura tipo "Contemplación crítica de los medios de comunicación" como uno de sus pilares; el que esto no suceda, es sólo otro indicio de la connivencia entre los medios/publicidad y el capitalismo de consumo, para el cual es imprescindible la renovación de las generaciones de consumidores dóciles y acríticos, proclives a las mil y una técnicas que la perversísima publicidad ha desarrollado para seducir y engañar a los humanos.

A bote pronto, y como borrador a beneficio de inventario, observo, de más a menos, los siguientes síntomas perversos en la Publicidad (y ruego se me acepte la confusión de fronteras entre consumo y publicidad, que son dos caras de la misma moneda) :

1) ENGAÑO

La génesis de la publicidad es ser el instrumento ejecutor del paradigma capitalista "vender-lo-que-sea-como-sea"; es decir: cualquier cosa, hasta la más absurda, podrá ser vendida si se anuncia con suficiente brillantez, engaño o insistencia. Lo perverso de tal tesis es evidente por sí mismo: la publicidad recurre sistemáticamente al engaño (en sus diversos grados, desde la suave hipérbole, pasando por la omisión o la ocultación, hasta la burda mentira). Y este engaño se acepta como habitual/natural en las relaciones entre las marcas (las empresas, la producción económica en suma) y los consumidores, lo cual establece la doble moral que entrevera nuestro sociedad: existen valores y los proclamamos, pero no hay porqué cumplirlos.

2) MANIPULACIÓN

La publicidad ha impulsado -mediante la ingente investigación de una Psicología y una Sociología desviadas y desvirtuadas de sus nobles fines- a la "ciencia" del marketing como disciplina de la seducción a cualquier costa. La mercadotecnia y sus tácticas (diseño, moda, promoción, exposición, merchandising, fidelización, etc.) han adquirido tal conocimiento de los impulsos, pulsiones y gestalt del comprtamiento humano, que pueden inmiscuirse sibilinamente en las decisiones cotidianas de millones de personas, encaminándolas hacia unos fines previamente fijados, sin que tengan conciencia de ello ni de la grave repercusión en sus economías de tales propósitos por parte de una minoría empresarial sin escrúpulos "de facto" hacia tales tácticas. Gracias a métodos tan espurios, se ha conseguido inducir en la sociedad contemporánea un absurdo comportamiento consumista a ultranza, que se analiza en 3).

3) CONSUMO

Por si estos amorales recursos al engaño y la manipulación fueran poco, son empleados para fines igualmente perversos: fomentar un consumo arbitrario y compulsivo de todo tipo de cosas, que el sistema produce como única manera de mantener el flujo de capital que lo sostiene: ya que el beneficio se consigue con la venta de productos, hay que intentar vender continuamente cualquier cosa, para así maximizar los beneficios. Ello ha desembocado en la civilización del despilfarro que padecemos, con su entronización del consumo como acto básico social y existencial, y con la vaciedad que tal paradigma produce en las personas (especialmente en los jóvenes), al erradicar modos de vivir más naturales y no compulsivos, y en suma, empobreciendo el modo humano de estar en el mundo. -- Es innecesario hablar, por conocida, de la degradación planetaria (medio ambiente, energía, recursos) producida por este consumismo exacerbado, pero hay acuerdo en considerar que la Humanidad enfrentará en breve, debido a ello, una crisis de supervivencia de difícil solución. En esta catástrofe anunciada, la Publicidad actúa como catalizador, acelerando el círculo vicioso del consumo insostenible.

4) AGRAVIO COMPARATIVO

La inducción permanente y urgente al consumo produce un fenómeno especialmente perverso: la frustración de aquellos sectores de población que tienen poca o nula capacidad adquisitiva (y dada la naturaleza pluriforme de la publicidad, ahí llegamos a caer todos: siempre habrá productos que nos resulten inalcanzables), especialmente los jóvenes y los económicamente débiles, por no hablar de los marginados/excluídos, que sienten ante la obscena publicidad que les rodea una doble exclusión. Una parte creciente del pasotismo y la delincuencia juvenil procede de este contraste entre lo que no pueden y a lo que se les incita: impulsados a consumir y no pudiendo hacerlo, han de reaccionar ante el conflicto por ley biológica (huída/lucha), es decir: inhibición y pasotismo... o paso a la acción, a la agresividad sublimada o directamente al robo y al delito.

5) INFANCIA

Entre las muchas perversiones de la publicidad, su uso continuado de los niños (como gancho para los mayores) es de las más indignantes, por no hablar de la propia publicidad para niños, que es incomprensible cómo no está prohibida en países que se pretenden civilizados. Todos los paliativos que se podrían contraargumentar en defensa de la publicidad para adultos (juego, ironía, seducción, engaño consentido, etc.) caen por su peso ante esta faceta, y basta contemplar la publicidad navideña, vacacional o de franja horaria para ver aparecer el rostro más perverso de la misma, aquel que trata al inocente e indefenso "sector infantil" como un sector de consumo más en sus estrategias de marketing y psicología aplicada. La frustración añadida en los padres por esos niños exigidores e insatisfechos es apenas un "efecto colateral", en esta vergüenza consentida a diario en televisiones y supermercados: el niño (que debería estar a salvo, por definición) como objeto de beneficio directo o indirecto. --- [ no toca ahora hablar de los insanos hábitos alimenticios -azúcares, grasas- inducidos en los niños, pero sin la publicidad tal consumo compulsivo e imitativo no se hubiera convertido en la actual pandemia de obesidad infantil ]

Pasemos ahora a la estilística concreta de la publicidad. Destacan de antemano dos perversiones de distinto calibre, la ética y la estética:

6) FOMENTO DE LAS BAJAS PASIONES

La publicidad se apoya habitualmente en pasiones y pulsiones negativas, debido a su conexión con la psique profunda y por ello más eficaces para dirigir de modo perdurable la acción del consumidor. Un repaso no exhaustivo a los anuncios de cualquier jornada permite comprobar la insistencia en ellos de llamamientos a la envidia, la vanidad, la ostentación, la frivolidad, el exclusivismo y el clasismo (incluyendo el aristocratismo más rancio o la pura pijería), el individualismo, el esnobismo, un frecuente cinismo y una grosería en alza... y, tiñéndolo todo, un machismo constitutivo que hace a la mujer -generalmente desvestida o desnuda- ser utilizada como objeto de consumo/deseo junto a todo tipo de productos, incluso los más descabellados.

7) UNA ESTÉTICA DEPLORABLE

De igual modo que el antedicho fomento de una ética negativa, la estética no sale mejor parada (en contra de la opinión habitual sobre la gran "calidad visual" de los anuncios). Y así vemos continuamente el recurso a la cursilería en actitudes y argumentos, a la enfatización de un esteticismo cargante y ostentoso. O también la reciente reacción contraria hacia una estilización que naufraga en el vacío o el absurdo argumentales, cuando no en un minimalismo autista... En todo caso, anuncios trufados continuamente de recursos visuales de baja calidad: retoque generalizado, flou, brillos y coloridos, cámara lenta, decorativismo, recargamiento, manierismo, recurso exasperante a tópicos visuales, histrionismo actoral, etc., por no hablar del actual recurso a lo agresivo, lo grotesco, o incluso lo bizarro... Ciertamente, no puede negarse que, a veces (con bastante menos frecuencia de lo que se proclama), aparece algún anuncio que aúna elegancia visual y argumental, pero lo habitual es que la ausencia de una estrague los posibles logros de la otra, o viceversa, y eso en el mejor de los casos, pues el anuncio típico combina cursilería y obviedad, hasta el punto de que tener una "estética de anuncio" es una peyorativa frase hecha.

OTRAS PERVERSIONES

Podríamos continuar: Invasividad (deportes y espectáculos, el paisaje, la intimidad), Ubicuidad (en todas partes, a todas horas, como una plaga), Machaconería (dos millones de anuncios en la TV el año pasado), Insolencia y auto-ufanía (las empresas y marcas, siempre con su chulería insufrible y estomagantemente encantadas de haberse conocido), Conservadurismo (rayando con frecuencia en lo reaccionario), Repetitividad, Tópicos continuados, Plagio, etc. etc.

— -

En fin, lo dejo aquí por ahora, a sabiendas de que se han quedado cosas en el tintero... Sólo añadir que entiendo que haya especialistas en Publicidad, como en todo, pero hay ciertos aspectos de la realidad social (otros son la Política, los Medios o la Banca) que han de empezar por reconocer su especial y grave responsabilidad en el estado de las cosas. He querido hablar de la Publicidad como sistema que me acosa y me enerva cada día, y cuya trascendencia en la extraña marcha de nuestra civilización es crucial. Así y todo, creo que si la intelligentsia del sector promoviera una Deontología (como han intentado elaborar la mayoría de las profesiones) de uso real, muchas de las perversiones que aquí se han apuntado podrían comenzar a desmontarse.

En cualquier caso, la conclusión para mí es obvia: un mundo sin Publicidad sería mejor y más humano.

Juan Blanco,
7 Mayo 2004

Otro artículo interesante: La individualidad de la publicidad La paradoja está en que, para ser nosotros mismos, tenemos que recurrir a lo que nos imponen desde fuera. Muy interesante, sobre todo, el final.

Una vuelta con mi cámara

13 julio, 2005
Hoy como cualquier otro día, he salido con mi bicicleta. La diferencia es que, en esta ocasión, he podido captar aquellas cosas que me llamaron la atención. Aquí pongo algunas de estas instantaneas.

A lomos de mi bicicleta


El lugar donde he escrito muchas de mis ideas, poesías...


Nos vigilan

Recta tangente


Torres "gemelas"

A veces, las cosas que nos parecen más simples son las que más belleza esconden.

Un saludo,

Brújulo.

El arte del instante

Recientemente compré una cámara de fotos digital. Así que, a partir de ahora, podré ilustrar mis pensamientos con algunas de las imágenes que vaya capatando.
Cuando una idea pasa por mi mente...



¡¡Que divertido es esto de la fotografía!!

Un saludo,
Brújulo.

Preguntas

12 julio, 2005

Esta tarde, cuando viajaba en el metro, intenté imaginarme que era un extraño en mi cuerpo. Es decir, que lo único que realmente fuese mío sería mi cerebro o “alma”. Imaginé que mi cerebro había existido durante un largo periodo de tiempo (digamos infinito) pero que no había tenido percepción del entorno y de sí mismo. Y en aquel momento, en aquel justo instante, se ubicó en el cráneo de un desconocido viajante del metro de Barcelona. Es una situación extraña. Primero descubrirse a uno mismo y preguntarse inmediatamente cómo puedo mover mis extremidades. Es decir, las muevo, pero ¿Qué estoy haciendo para moverlas? ¿Pensarlo? Simplemente sucede, ¿pero cómo? Puedo pensar “mueve mi meñique” pero el meñique no se mueve. En cambio si quiero que el meñique se mueva, él se moverá. Es decir, no doy órdenes y el meñique las cumple, como si se tratara de un esclavo. Por más que lo piense mentalmente, él no lo hace. Para mover mi meñique tengo que situar mi pensamiento en el propio dedo. Cómo si situara imaginariamente el cerebro (o mi ser) en mi meñique cuando hago conscientemente que se mueva. Sabemos que esto se hace por impulsos nerviosos pero el proceso exacto (que yo sepa) aun se desconoce. Es decir, de cómo pensamiento pasa a ser movimiento.

De pequeño siempre me preocupaba el asunto de la respiración. Me explico. Inspirar aire y expirar, parece una cosa simple. Pero yo de pequeño me decía “¿Y si se le olvida respirar al cerebro?”. Así que tomaba parte en el proceso y me ponía a inspirar y expirar conscientemente. En los primeros segundos me tranquilizaba el hecho de asegurar mi vida. Pero minutos más tardes me daba cuenta de lo tedioso que era estar respirando conscientemente. Si concentraba parte de mi pensamiento en respirar, no podía hacer otras cosas. A veces llegué a pensar que me ahogaba al darme cuenta lo difícil que era mantener el mismo ritmo durante tanto tiempo (jeje).

Otra cosa que de pequeño me preocupaba era quién era yo. Bueno, supongo que no me planteaba la pregunta como “¿Quién?”, pero si que intentaba descubrir que era lo que me hacía ser yo y no otra persona. Solía preguntarme como me sentiría en el cuerpo de otro. A veces miraba a mis padres e intentaba sentir lo que ellos sentían en ese mismo instante. Si hubiese migrado realmente mi mente a otro cuerpo, ¿Podría decir que ese seguía siendo yo? ¿En que grado estamos enlazados con nuestro propio cuerpo? Es decir, si el cuerpo físico cambia y la forma de pensar también (y la mía lo hace muy a menudo). Dos personas con mismo cuerpo, mente y experiencias, ¿Son la misma persona? Probablemente sí, pero entonces ¿Somos libres? (vuelvo al tema del artículo anterior).

Que difícil es dar sentido a las cosas…Por cierto, hablando de sentidos. Pensaba hoy que muy seguramente la vida del ser humano como la de otros seres no tiene ningún sentido (a excepción del que le queramos dar, como entender la vida) porque contribuyen a la evolución y perfección de la naturaleza (y universo) de una forma muy tosca. Sería, en todo caso, un sentido pobre (“si eres fuerte, machaca a tu vecino”). Pero cual es el sentido del universo ¿la perfección? ¿Para qué? Además, el segundo principio de la termodinámica nos indica que la entropía solo hace que aumentar. Es decir, nuestro destino es el caos, la muerte. Supongamos que exista un Dios, ¿se soluciona el problema? ¿Cuál es el sentido de la existencia de Dios? ¿Para que ha hecho Dios este universo? ¿Para entretenerse? ¿Es Dios un hedonista?

Todo carece de sentido y todo ocurre de cualquier forma…Pero no, en la naturaleza hay regularidades. Por ejemplo, el número áureo es presente en toda la naturaleza (incluso en nuestras tarjetas de crédito –¿Es esto naturaleza?- por considerarse el rectángulo perfecto).La longitud total del recorrido de muchos ríos entre la distancia de su origen a su final coincide muchas veces con pi. Y esto es matemáticas. La forma de un átomo es semejante a los sistemas planetarios (Sistema Solar) y estos se parecen a como se ordenan sistemas en galaxias, etc.

Es todo un gran enigma del que muy poquito a poco vamos descubriendo algo. Amigos, estamos aquí con vida (¿Cómo de lo inorgánico surge la vida?) y eso es algo que sabemos con cierta seguridad (¿Existimos realmente como individuos?). Moriremos y nos convertiremos en materia inorgánico, en aquello que siempre fuimos y que siempre seremos (¿Será nuestra vida una oportunidad para un montón de materia inerte?). No sabemos respuestas a la gran mayoría de preguntas. Resulta todo confuso y extraño. Pero sin embargo, aquí estamos y ahí está este universo. Sea o no un sueño, podemos sentir y pensar. Aprovechémoslo y no nos dejemos morir voluntariamente antes de tiempo. Comprometámonos realmente con la vida. A aquellos que no les guste esto, que se suiciden, nadie les obliga a vivir. A aquellos que hemos descubierto un apetitoso lugar de belleza y enigmas, aferrémonos a él y saboreémoslo. Pensemos y sintamos (¿Será todo un sueño?).

 

12/7/05

Els ordinadors semblen impredictibles

11 julio, 2005

Acabo de llegir un article al New Scientist (anglès) que diu que els nous processadors d’ordinador resulten impredictibles . Això és perquè hi han milions de transistors (als nous, entre 42 i 410 milions). Això fa que una entrada no prevista desencadeni resultats impossibles de preveure. A l’article posa com a exemple el temps que triga a fer una determinat treball i de com aquest varia.

I jo em pregunto: No podria ser el cervell un gran processador?. De fet moltes vegades s’ha estudiat la informàtica per poder entendre millor el nostre cervell. Però això pot tenir dramàtiques (o no) conseqüències. Que sigui o no impredictible és només una aparença. El processador funciona amb entrades que produeixen resultats d’una manera lògica. Això és que no som lliures. La nostra forma de fer seria un resultat d’un primer desencadenant (el Big Bang?) . El destí, podríem dir, si que està escrit (encara que mai no el podríem conèixer).

Per sort, a la ciència va arriba la física quàntica que encara pot donar esperances a la nostra llibertat. Recomano llegir l’article de Tendencias 21 sobre el cervell com a forma quàntica.

Com a conclusió, puc dir que pot o no haver llibertat. Però podem actuar com si fóssim lliures perquè encara hi ha una possibilitat. No perdem res i podem guanyar molt. Però si alguna cosa ens pot fer lliures és el coneixement (que en dona noves possibilitats) i no actuar com esclaus (en referència a “Esclavos del sexo”).

 

11/7/05

Esclavos del sexo

10 julio, 2005
El análisis científico, el evolucionismo, nos muestra que el objeto de todo animal es la conservación máxima de sus genes. Esto es, el objeto es el sexo. El ser humano, como buen animal que es, tiene, por supuesto, este mismo fin. Creo que a nadie le puede resultar extraña esta afirmación. Tan solo basta con salir a la calle y observar. Como viste la gente, como se mueven, como caminan, como actúan, como piensan, como responden…No nos damos cuenta normalmente porque nosotros estamos dentro del mismo sistema, pero, con poco que nos abstraigamos, veremos lo ridículo que son algunos comportamientos. Incluso aquellos que critican el sexo (puedo también incluirme a mí mismo) los buscan en el fondo, ya que desarrollan una estrategia alternativa para conseguirlo (la crítica del mismo). Desde el ignorante hasta el ilustrado, todos desarrollan estrategias para lo mismo, para la permanencia de sus genes y una forma de conseguir sexo que les resulte lo más exitosa posible para su fin. Quizás nos parezca triste, pero también tiene su lado bello. Con este burdo sistema se ha llegado a la complejidad de la naturaleza que actualmente conocemos. ¿Es bueno o es malo? A juzgar por los resultados, parece ser bueno. En un sistema solidario aun seríamos bacterias, muy seguramente (o quizás no, no lo sé).
Pero ante estas paupérrimas perspectivas, ¿Qué debe hacer el ser humano? Bueno, en un principio, lo lógico sería responder que satisfacer este instinto. Pero yo sé que no estaría satisfecho. La razón, que surgió como herramienta útil genéticamente, no está saciada con este instinto. ¿Por qué? Un error genético, quizás.
La muerte es el estado normal de las cosas. Es infinitamente más sencillo que algo no exista o que lo haga de forma inorgánica a que existe como ser con conciencia. Como ser con vida que observa la naturaleza. Si no queremos ser completamente esclavos de nuestro instinto, y queremos hacer algo útil en la vida, lo único que nos queda es estudiarla. Nuestra posición es privilegiada para ello, para comprender, ya que tenemos esa antigua herramienta que es la razón. La poesía, la literatura y todo lo demás están muy bien. Pero recordemos que hablamos de imaginaciones o cosas banales y éstas pueden existir en la muerte (ya que son intangibles), pero la vida inteligible sólo es alcanzable en nuestra existencia. Lo único que merece la pena, es pues, estudiarla, entenderla, amarla. Eso o continuar como pieza esclava de un engranaje que muere tal como nace.
Siempre creí que el placer era lo que nos debe conducir. Quizás estaba equivocado, quizás es la trampa del instinto. Quizás el objeto del hombre no tenga por qué ser la felicidad, es simplemente un estado biológica por la parcial o total satisfacción del instinto sexual. O intentando dar algo de luz, la satisfacción del instinto de causa (algo inventado, pero que me resulta útil para explicar ciertas cosas) produce un tipo de felicidad no sexual, acorde con el ser humano. Una felicidad íntimamente ligada con el conocimiento de la naturaleza. ¿Sería esto como acercarnos o ser parte de Dios (puede entenderse como naturaleza, a nivel semi panteísta)? Pero mejor será no apoyar nuestras decisiones en Dios, porque este es un concepto abstracto de más que probable creación humana.
En fin, que son muchas (o la mayoría) de cosas sobre las que dudo. Pero si de algo estoy seguro en este momento es que lo que realmente puede ser útil en la vida es conocer sobre ella misma (ya que es la materia en la que estamos inmersos). Investigando quizás podamos encontrar respuestas que no las encontraremos de modo. Lo demás o lo podemos interpretar como una manifestación de ella misma o como algo vacuo relacionado con el instinto sexual.

10/7/05

Valentía

08 julio, 2005

Ya se ha acabado. Ahora el estudiante, el joven, se encuentra con su propio rastro, con su sombra. La EGB, la ESO, el Bachillerato y la selectividad. Todas estas fases ya han sido completadas. Es ahora cuando miro hacia atrás, porque ya he llegado al final de una gran etapa. Es ahora cuando vienen la tristeza, el arrepentimiento o la alegría. El trabajo de muchos años se ve reflejado en un solo número. Es una forma muy injusta, pero si hemos logrado mantenernos como al principio, o si hemos ido mejorando, obtendremos una agradable compensación. Triste para aquellos que poco a poco se fueron dejando llevar por la pereza, la flaqueza u otras razones que le hicieron fracasar o abandonar. Son términos relativos, porque el fracaso o el triunfo, por suerte, no se miden con números, pero es un dato que puede ayudar a conocernos.

No me siento totalmente satisfecho. Sé que podría haber hecho más, que por pereza abandoné cosas de las que ahora me arrepiento. Sé que en ocasiones no tuve la suficiente fuerza para seguir adelante proyectos, ideas. Era un guerrero inseguro que no siempre levantaba el hierro. Que no siempre corría hacia delante.

Pero también me siento parcialmente orgulloso. A pesar de flaquear en ocasiones, también llevé a cabo acciones de valentía. Quizás era cuando todo estaba en más en contra, cuando el dolor me hacía sentir más que nunca la realidad. Fue entonces cuando con más fuerza caminé a contracorriente. Cuando la debilidad hacía mella en mí, levanté el hierro y grité. Tras ello, me lancé hacia delante con ímpetu, afrontando la realidad. Al principio sin ver mi camino, con miedos que poco a poco olvidaba. Imparable, asegurando cada uno de mis pasos.

Fue en estas batallas cuando aprendí a amar. Fue aquí cuando empecé a sentir la vida, cuando dejaba que el viento recorriese todo mi cuerpo. Cuando me dejé llevar por el dolor y el placer. Pero sobre todo, cuando la fuerza estaba guiada por la inteligencia de la razón. Valentía y razón son dos guerreros imbatibles.

A veces el viento cesa y nos deja solos en mitad del desierto. Ya no hay nada por lo que luchar. Antes era el hecho de no dejarnos llevar por él. Ahora no hay nada y nuestro malestar por el sinsentido se convierte en pereza, pesadez, aburrimiento, decadencia... Estamos en mitad de un desierto creyendo que solo nos queda esperar la muerte.

El viento se encuentra calmado, pero a nuestros oídos forma un silbido. Una palabras…”Las nubes, ¿serás capaz de alcanzarlas?” Y aquel que estaba desesperado en mitad de la nada, corrió hacia ellas. Allí lo encontraron, días más tarde. Estaba muerto, pero sus labios dibujaban una sonrisa y sus ojos miraban hacia el cielo. No había conseguido nada material, pero su alma había volado más que muchos de los que se encuentran satisfechos en las formas “terrenales” o que aquellos que se resignaban a aceptar su condición en el desierto. Aquellos que no aceptaban la realidad y por ello no fueron capaces de luchar.

Ya sabemos que la vida no tiene ningún sentido, por más que le busquemos. No somos más que animales que intentan satisfacer sus instintos. ¿Es esto un pensamiento pesimista? Se trato de una idea realista que nos ayuda a afrontar la realidad con más ímpetu, ya que cuando obramos estamos cerca de nuestra realidad, de la realidad que vive en nuestra mente. Cuando nuestra forma de actuar se enfoca hacia otros mundos (mentales, físicos, espirituales…), nos habremos rendido antes de comenzar. Nuestra victoria no será en esta sino en otra que no somos capaces a imaginar completamente. Nuestra vida no se verá completada hasta la aparición de un mundo imaginario, probablemente inexistente.

Se ha de ser valiente para aceptar nuestras limitaciones, tanto espaciales (físicas, materiales) como temporales. Aceptemos que somos animales, que nuestro tiempo es limitado, que moriremos, que sufriremos, que el “bien” no siempre triunfa, que no tendremos recompensa metafísica, que la esperanza pasiva es otra forma de pereza, que las cosas no tiene por qué salir bien, que la muerte es el estado más común, que la moral no está escrita en ningún lugar.

No seamos ingenuos. Lo único que sabemos seguro es que con la satisfacción de los instintos se alcanza la felicidad. Es una ecuación impresa en nosotros y cualquier otro animal. ¿Cuáles son nuestros instintos? Seamos valientes, el sexo mueve el mundo. El sexo ha determinado la evolución. El mejor adaptado, el más fuerte es quien tiene derecho a reproducirse, éste permanece. Los otros desaparecen. Por mucho que nos neguemos, el sexo es el sentido de la vida de la mayoría de los mortales. La mayoría de nuestras acciones tienen relación con él. La publicidad juega mucho con la insatisfacción y en la mayoría de los anuncios aparece el sexo como un elemento atrayente (de una u otra manera). Somos animales y este instinto está en nosotros como en todos los demás.

Pero, somos humanos… Pienso que debido a una evolución mayor, un desarrollo, quizás descontrolado, surge otro tipo de instinto. El instinto de causa. El ser humano se encuentra en un laberinto en el que sigue un camino indicado por su instinto sexual. Pero por el instinto de causa, se pregunta “¿Por qué?”. Se trata del desencadenante del humano como tal. Se pregunta la causa de su ser, de su mundo. Se alza por las paredes del laberinto para entender por donde camina. Es entonces cuando lo ve desde lejos y comienza a entenderse. Su mente pasa de ser primitiva a hacerse más compleja. Su cerebro alberga planos parciales de su laberinto, de sí mismo, de su entorno, etc. Comienza a dar coherencia a lo que ve y es capaz de actuar contra su instinto sexual. Ya que el instinto de causa es superior, más poderoso cuando empieza a ser desarrollado (en un primer momento se encuentra en desventaja). Así llegamos a una felicidad, a un placer puro mediante el entendimiento de las cosas mediante la satisfacción del instinto de causa. Se podría explicar la bondad, la empatía. Hemos sido capaces de albergar planos de la situación emocional de otras personas ajenas.

La valentía nos ayuda a luchar, a perseverar, a afrontar la realidad, nuestros miedos, nuestras debilidades. La valentía nos ayuda a no quedarnos en el sofá y salir a la calle. Sufrir con el dolor y gozar con el placer, sentir la vida. Satisfacer nuestros instintos con el conocimiento y aceptación de los mismos. La valentía nos ayuda a morir sin llorar.

Brújulo, 8/7/05



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